El declive de Tesla en Europa beneficia a China: los coches eléctricos chinos, con precios bajos y apoyo estatal, dominan el mercado. La UE lucha por competir.
El mercado europeo de vehículos eléctricos (EV) está experimentando un cambio significativo. Mientras las ventas de Tesla en la Unión Europea han caído un 58% en los últimos dos meses, los fabricantes chinos están ganando terreno rápidamente. En febrero de 2025, cerca de 20.000 vehículos eléctricos de origen chino llegaron a las carreteras europeas, superando a Tesla y afectando a las marcas locales.
Este crecimiento refleja una expansión notable: en solo cinco años, los fabricantes chinos han pasado de representar el 4% al 19% del mercado europeo de EV. No se trata únicamente de automóviles; empresas chinas están avanzando en sectores como la electrónica, la energía solar, la inteligencia artificial y la moda, consolidando su presencia en el continente.
Algunas de estas compañías han logrado su posición mediante innovación y estrategias de inversión bien planificadas. Sin embargo, otras dependen de precios agresivos y escalas de producción masiva, lo que plantea preocupaciones sobre competencia desleal. Xiaomi, por ejemplo, controla alrededor del 20% del mercado de smartphones en la UE, mientras que BYD ha expandido su red de ventas en el Reino Unido de 14 a 60 ubicaciones en un año.
Las medidas proteccionistas, como los aranceles impuestos por la UE a los vehículos eléctricos chinos —que en algunos casos alcanzan el 35%— no han frenado el avance. Las empresas chinas están absorbiendo estos costes o reubicando su producción en países con condiciones comerciales más favorables.
Mientras tanto, Europa enfrenta desafíos estructurales. Su déficit comercial de 327.000 millones de dólares evidencia las dificultades para competir en términos de producción y precios. Además, existe una creciente preocupación por las condiciones laborales en algunas cadenas de suministro vinculadas a importaciones chinas, incluyendo denuncias de trabajo forzado.
Ante este escenario, la UE está impulsando iniciativas para revitalizar su industria. El Plan de Competitividad de la UE establece objetivos claros en tecnología verde, infraestructura digital y resiliencia industrial. Sin embargo, financiar esta transformación requerirá inversiones significativas y una mayor atracción de capital extranjero.
En este sentido, los fondos soberanos de Oriente Medio están desempeñando un papel clave. Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos, por ejemplo, están invirtiendo miles de millones en proyectos europeos de energía limpia y manufactura avanzada. Un caso destacado es la adquisición de Covestro, una empresa química alemana, por parte de ADNOC por 16.000 millones de dólares.
Para mantener su relevancia, Europa debe mejorar su atractivo como destino de inversión, garantizando claridad regulatoria y seguridad jurídica. De lo contrario, corre el riesgo de quedar atrapada en un modelo de dependencia que limite su capacidad para influir en el futuro económico global.
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